El magma contiene gases disueltos, que proporcionan la fuerza impulsora que causa la mayoría de las erupciones volcánicas. A medida que el magma se eleva hacia la superficie y la presión disminuye, los gases se liberan de la porción líquida del magma (derretimiento) y continúan viajando hacia arriba y finalmente se liberan a la atmósfera.
El gas volcánico más abundante es el vapor de agua, que es inofensivo. Sin embargo, los volcanes también pueden emitir cantidades significativas de dióxido de carbono, dióxido de azufre, sulfuro de hidrógeno y haluros de hidrógeno. Dependiendo de sus concentraciones, todos estos gases son potencialmente peligrosos para las personas, los animales y la agricultura. Desde CanaryDoctor te contamos cómo pueden perjudicar cada uno de estos elementos químicos.
El dióxido de carbono (CO2):
El dióxido de carbono constituye aproximadamente el 0,04% del aire de la atmósfera terrestre. En un año promedio, los volcanes liberan entre 180 y 440 millones de toneladas de dióxido de carbono. Cuando este gas incoloro e inodoro es emitido por los volcanes, típicamente se diluye a bajas concentraciones muy rápidamente y no pone en peligro la vida.
Sin embargo, debido a que el gas de dióxido de carbono frío es más pesado que el aire, puede fluir hacia áreas bajas donde puede alcanzar concentraciones mucho más altas en ciertas condiciones atmosféricas muy estables. Tanto para las personas como para los animales, esto puede suponer un grave riesgo. Respirar aire con más del 3% de CO2 puede provocar rápidamente dolores de cabeza, mareos, aumento de la frecuencia cardíaca y dificultad para respirar. En proporciones de mezcla superiores al 15%, el dióxido de carbono provoca rápidamente la pérdida del conocimiento y la muerte.
El dióxido de azufre (SO2) irrita los ojos, la piel y el sistema respiratorio:
El dióxido de azufre es un gas incoloro que irrita la piel y los tejidos y las membranas mucosas de los ojos, la nariz y la garganta. Las emisiones de SO2 pueden causar lluvia ácida y contaminación del aire.
El sulfuro de hidrógeno (H2S) es muy tóxico en altas concentraciones:
El sulfuro de hidrógeno es un gas inflamable e incoloro con un olor fuerte y desagradable. A veces se lo conoce como gas de alcantarillado. Curiosamente, la nariz humana es más sensible al H2S que cualquier instrumento de monitoreo de gases que tengamos hoy: las mezclas de aire con tan solo 0.000001% de H2S están asociadas con un olor a huevo podrido.
Sin embargo, desafortunadamente, nuestro sentido del olfato no es una alarma confiable: en proporciones de mezcla superiores a aproximadamente 0.01%, el H2S se vuelve inodoro y muy tóxico, lo que causa irritación del tracto respiratorio superior y, durante una exposición prolongada, edema pulmonar. La exposición a 500 ppm puede hacer que una persona pierda el conocimiento en 5 minutos y muera en una hora o menos.
Los haluros de hidrógeno (HF, HCl, HBr) son ácidos tóxicos:
Cuando el magma asciende cerca de la superficie, los volcanes pueden emitir los halógenos flúor, cloro y bromo en forma de haluros de hidrógeno (HF, HCl y HBr). Estas especies tienen una alta solubilidad; por lo tanto, se disuelven rápidamente en gotas de agua dentro de las columnas volcánicas o en la atmósfera, donde potencialmente pueden causar lluvia ácida. En una erupción que produce cenizas, las partículas de ceniza también suelen estar cubiertas con haluros de hidrógeno. Una vez depositadas, estas partículas de ceniza recubiertas pueden envenenar los suministros de agua potable, los cultivos agrícolas y las tierras de pastoreo.
Desde CanaryDoctor siempre recomendamos seguir las recomendaciones de las autoridades competentes. En este sentido y como listado general, te contamos:
- Manténte alejado de los flujos de lava fresca: la quema de vegetación libera gas metano, que puede acumularse en áreas cubiertas y liberarse en forma de explosión.
- Manténte alejado de los valles y las áreas bajas que se alejan de la montaña.
- Escucha con atención los informes oficiales a través de transmisiones de emergencia.
- Evacua la zona donde residas si es necesario.
- Busca refugio y minimiza tu exposición a las cenizas.
- No conduzcas, a menos que sea absolutamente necesario. La ceniza puede dañar el motor, los filtros y el exterior de tu coche.
- Evita que entre el aire exterior. Cierra y sella (por ejemplo, con cinta adhesiva) las puertas, ventanas, conductos de ventilación y otros huecos que no sean esenciales. Coloca toallas húmedas en la parte inferior de las puertas exteriores. Minimiza el uso de HVAC o sistemas de calefacción y refrigeración que aspiran aire exterior.
- Escuche los informes actualizados: la caída de cenizas puede ser un peligro significativo o solo una molestia, según el tamaño, el estilo y la duración de la erupción.
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